QUÉ OLVIDOS SON ‘NORMALES’ Y POR CUÁLES
PREOCUPARSE
Cualquiera
puede olvidarse, en algún momento, las llaves, un nombre o una palabra.
En los
adultos mayores, estas situaciones preocupan y los prejuicios juegan en contra.
¿Cuáles son los ejemplos típicos y cuándo consultar?
No encontrar las llaves, los documentos u otros objetos.
Olvidar el nombre de un familiar, vecino, amigo, pese a tener su imagen en
mente.
Querer decir una palabra pero la tenemos ‘en la punta de la lengua‘ y no
podemos recordarla.
Estos son algunos ejemplos de olvidos que cualquiera puede
tener en algún momento, por distintos motivos, como falta de atención,
cansancio, estrés, alguna distracción.
Sin embargo, en los adultos mayores la
preocupación ante estas situaciones aumenta y los prejuicios juegan en contra.
Entonces,
¿cómo mantener o mejorar el rendimiento?
¿Qué hábitos adoptar?
¿Ante
qué situaciones consultar al médico?
“Se pueden considerar normales ciertos olvidos que
frecuentemente están relacionados a detalles y no traen grandes consecuencias
negativas en lo cotidiano; siempre y cuando no signifiquen un cambio marcado
del funcionamiento habitual”, explicó el jefe de la Clínica de Memoria de
INECO, Pablo Richly.
Estos olvidos, según aclaró, “suelen aumentar de forma
transitoria en situaciones de cansancio o estrés”.
En declaraciones a este diario, el psiquiatra señaló que
los adultos mayores “son más susceptibles a factores que pueden afectar la
memoria, como algunos fármacos -por ejemplo, los ansiolíticos-, la
deshidratación, las infecciones, el déficit de vitaminas, la anemia o los
trastornos endocrinológicos.
A diferencia de las enfermedades
neurodegenerativas, estos cuadros pueden ser reversibles”.
En tanto, aclaró que “es importante realizar una consulta
cuando los olvidos se acentúan con el tiempo, son persistentes, las personas no
tienen registro de sus olvidos, se vinculan a eventos completos y no a detalles
o afectan las actividades de la vida diaria”.
Ejemplos
típicos
Por su parte, la terapista ocupacional Magalí
Risiga, una de las directoras del Equipo de profesionales Memoria, destacó que
“hay distintas clases de olvidos, los ’clásicos’, la pérdida de objetos como
las llaves, los anteojos, la documentación, el dinero, porque a veces se los
guarda tan bien que si uno no presta la suficiente atención o no estableció un código
que permita recordar dónde se los guardó, después no los encuentra”.
Otro de ejemplo es la distracción:
“Llegué a casa, sonó
el teléfono, en forma automática dejé las llaves en cualquier lado porque mi
atención estaba en el llamado y después, lógicamente, tengo que pensar un rato
dónde las dejé porque no las guardé en el lugar habitual”.
Al respecto, la profesional indicó que “cuanto más
ordenado es el entorno, mucho más fácil es recuperar lo que se busca”.
También señaló que otro caso típico “es la memoria de
nombres, una muy especial que viene aconteciendo de edades más tempranas: saber
de quién hablo, tener la cara, pero tardar en recordar el nombre; lo mismo
ocurre con las palabras ‘en la punta de la lengua’, saber lo que se quiere
decir pero en el momento no recordar la palabra justa, por eso es tan
importante la estimulación del vocabulario para buscar otra para decir lo mismo
y angustiarse menos”.
En este marco, la profesional aconsejó no ayudar a la
persona diciéndole directamente la palabra o el nombre sino “darle datos para
que el otro la encuentre, a fin de no coartar el mecanismo de búsqueda en la
memoria”.
También es fundamental “no desalentarlo” ni tampoco
“sobreprotegerlo”.
En tanto sostuvo que “cuando no hay conciencia del
olvido, hay que preocuparse”.
Así como hay que prestar atención a las quejas
por déficit de la memoria.
Recuadro: El procesamiento de la
información a lo largo de los años.
La médica geriatra Patricia Casanova, integrante
del Equipo Memoria, explicó que “es importante distinguir los olvidos, porque
hay varias clases, algunos relacionados estrictamente con la normalidad en lo
que es el paso del tiempo y que otros son sugerentes que algo está sucediéndole
a esa persona”.
“La evaluación es compleja y difícil. Dentro de lo que es
normalidad, así como nos ponemos más lentos en nuestros sistema músculo
esquelético y no somos capaces de corre 100 metros llanos como a los 20, a
nuestro cerebro le pasa lo mismo.
El ritmo con que se procesa la información,
se guardan los datos en el archivo ‘cerebro’ se va enlenteciendo, así como el
proceso de recuperar esos datos.
Y acá es donde se puede actuar en forma
preventiva”, aseguró.
En cambio, las patologías “son un capítulo distinto, no
solo hay problemas por el hecho de olvidar sino cómo recolecto los datos, los
guardo en el archivo, los dejo para recuperarlos cuando los necesite, los uso y
los vuelvo guardar”, explicó.
“Una cosa es olvido puramente y otra, trastorno de
memoria”, aclaró la geriatra.
Respecto a un proceso de envejecimiento normal, Casanova
explicó que “con los años vamos cambiando en muchos aspectos, y la memoria es
uno de ellos, pero el prejuicio de que los trastornos de memoria están
estrictamente ligados a la vejez es falso.
Lo normal es que el proceso de
memorizar se vaya enlenteciendo, pero no significa que no vaya a recordar sino
que lo voy a hacer un poquito más tarde pero puedo agilizar el proceso y
optimizar la manera de recordar”.
“Este proceso de enlentecimiento comienza alrededor de
los 40 años y las fallas nominales -olvidarse un nombre o palabra- cerca de los
50. Lo que se puede hacer es que de la misma forma que realizamos actividad
física para prevenir problemas músculoesquelético, se pueden hacer ejercicios
para prevenir y ayudar a optimar el desempeño de las funciones cognitivas”,
indicó.
Recuadro:
Cómo ejercitar las funciones cognitivas.
La terapista ocupacional Magalí Risiga indicó que
hay “una batería de ejercicios” para optimizar las funciones cognitivas.
“Cuando más activas y variadas sean las actividades, mejor”, aseguró.
Risiga ejemplificó que es común que una persona diga que
anda bárbara porque hace palabras cruzadas, aunque en realidad solo “es bueno
para hacer palabras cruzadas, lo único que hace es buscar en el almacén de
conocimientos previos para resolver un crucigrama, es como ir al gimnasio y
ejercitar siempre el mismo brazo, el otro no”.
“También está ver películas, recordar la trama y los
actores, leer un libro, señalarlo con palabras claves y comentarlo.
Cuanto más
variadas sean las actividades, deben ser manera integral y cotidiano, mejor”,
sostuvo.