lunes, 17 de enero de 2011

JUBILADOS APORTANTES

¿ESPERAREMOS EL MILAGRO o HAREMOS ALGO JUNTOS, ANTES QUE NOS QUITEN TODO?

"La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho nada de su vida." (Peter Alexander Ustinov)


Hoy, más que cansado, estoy desilusionado de tanto orar en el desierto, por favor por última vez, UNÁMONOS, con esa desidia y apatía estamos hipotecando nuestro presente y el del país y nuestra digna subsistencia depende de esta unión.

Los que quieren repartir los fondos jubilatorios son los mismos que no los juntaron y endeudaron al País”, “Algunos creen con ingenuidad y picardía que todo pasa por repartir lo que otros juntaron” palabras de la Señora Presidente.

También destaco el aporte de la ANSeS “a partir de que el Estado ha recuperado los recursos de los trabajadores” lo que olvidó decir es, que lo que se recupero es para uso exclusivo de su política clientelar y prebendaria.

Le pregunto Señora., con todo respeto:


¿Y los que los juntaron y lo depositaron a la ANSeS durante toda su vida laboral, para tener una jubilación digna y hoy se encuentran al borde de la miseria, esos también son lo que endeudaron al País o mas bien fueron los que lo hicieron grande con sus aportes?

Que derecho tiene a negarles lo que con tanto sacrificio han tributado,


¿Quienes son los dueños reales de ese dinero, Ud., o los jubilados y los trabajadores actuales, porque se arroga el derecho de disponer de ese capital para sus beneficios políticos en desmedro de aquellos que cada vez se ven mas sumergidos y necesitados por la incesante inflación que Ud., niega y los lleva a la indigencia?. 82% móvil.

Omar Martínez
Presidente

domingo, 9 de enero de 2011

CUÁNTO VALE SU VIDA

“Vamos a ver qué le está pasando...”

Así empezó la charla con mi cardiólogo, días atrás, y así es como su pregunta me llevó a esta reflexión…

Y dígame…

¿qué marca, de qué laboratorio es la medicación que está tomando?

¿Marca?

¿Laboratorio?

No, Dr., yo tomo genéricos, y de los más baratos…

¿Pero qué me dice?, ¡señora! Usted, en remedios, debe tomar no menos de lo que en autos sería un Mercedes o un BMW…

¿Y cómo hago, Dr.?

¡Soy jubilada!!!!!

¿Sabe lo que valen esos medicamentos?

Además, yo tomo cinco más…

Y usted… Mirándome con ternura, me preguntó:

Y dígame… ¿cuánto vale su vida???

La pregunta tardó en llegar a mi cerebro, quizá porque jamás supe o pensé que mi vida tenía algún valor…

¿Cuánto vale, Dr.?

La verdad… no lo sé… me han mentido tanto, me han engañado tanto, me han menospreciado tanto, que ya, la verdad, no sé cuánto vale mi vida…

¿Usted me dice que mi vida vale?

¿Está seguro, Dr.?

Porque mi vida vale para usted, quizá; para mis hijos, seguro; pero… para los demás, para nuestros políticos, para nuestra presidente, mi vida y la vida de 4.500.000 jubilados vale menos que nada…

¿Se da cuenta?

Mi vida, para mi gobierno, vale $1,046,30 cada mes, cuando llego a la ventanilla del cajero y mi realidad es así de pequeña y así de dolorosamente enorme... $1046,30…

Que me arrojan a la cara en pago por haber dado lo mejor de mi vida…

En pago a tantos años que, con frío o con calor, enferma o dolorida, con lluvia o sol, emprendí el camino a mi trabajo… y aporté… Dios sabe que aporté cada día, cada mes, cada año… y trabajé duro, por mi hogar, por mis hijos, por mi Patria.

Para hacer mas grande la tierra que cobijó a nativos y extranjeros, a esta tierra que, con nuestro esfuerz,o creció y se hizo grande, y hoy la disfrutan unos pocos y la sufrimos unos cuantos… Y usted me pregunta cuánto vale mi vida…

Y yo no sé… porque sucesivos gobiernos se han encargado de enseñarme que soy tan sólo un estorbo, que a nadie le importa si vivo o si muero; es más… que molesto con mis estúpidos reclamos de querer comer todos los días y cobrar un haber justo, que garantice mi subsistencia y me devuelva la dignidad, me devuelva el derecho a la vida y el derecho a morir cuando el Creador así lo disponga y no por falta de medicinas o alimentos…

El mensaje de la sociedad me dice que no existo, que no soy nadie, que no hay lugar para nosotros, los viejos…

Y si no existo… ¿cómo voy a poder decirle a usted cuánto vale mi vida?

¿Sabe, doctor?

Mi vida vale el dolor de cada negativa, mi vida vale el reclamo de todos los viejos hambreados y cansados de peregrinar en busca de justicia con la impotencia del que sabe que es justo su anhelo pero jamás lo verá plasmado en realidad, mi vida vale el esfuerzo de haber sido y el convencimiento que ya no le importamos a nadie, mi vida vale nada más y nada menos que la dignidad que un día fue nuestro orgullo y el tiempo y los años pisotearon, mi vida vale el recuerdo de aquellos 18 años en que me convertí en ciudadana y con mis derechos bajo el brazo partí a cumplir con mis deberes…

¡Y vaya que los cumplí…!

Para que hoy me paguen con la humillación de una limosna a fin de año, para que nos callemos y sigamos muriéndonos en silencio… no sea que nuestros lamentos turben la tranquilidad de la señora presidente…

Usted bien podría ser mi hijo, Doctor, por eso le hablo así…

Aún no sabe de las burlas que soportamos los viejos en nuestra Patria…

Aún no entiende que a nadie le importa que muramos o vivamos, que simplemente, nos ignoran y siguen su camino…

Eso, cuando no nos acusan de “defolteadores”, que por nosotros el país puede quebrar.

Y en nuestra cara, mofándose, se llevan, con fines oscuros, de la ANSES y PAMI, nuestros dineros mientras, sin que se les borre la sonrisa, nos dicen:

“no hay dinero para aumentarles el haber…”

y siguen saqueando las arcas!!!!!

Ofenden nuestra inteligencia y nos degradan a la peor de las muertes… la de aquellos que aun en su agonía no son ni serán oídos por nadie!!

Por eso, doctor…

No puedo decirle cuánto vale mi vida…

Quizás, porque yo misma ya creo que mi vida…

¡no vale nada!!!

Norma Soledad Monteagudo
Jubilada
Mar del Plata